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Susana Lopez Rubio


Estimada Cristina:
Ayer recibí una misiva de tu abogado donde me invitaba a enumerar los bienes
comunes, con el fin de comenzar el proceso de disolución de nuestro vínculo
matrimonial. A continuación te remito dicha lista, para que puedas solicitar la
certificación al Notario y tener listos todos los escritos antes de la comparecencia
ante el tribunal.

Como verás, he dividido la lista en dos partes. Básicamente, un apartado con las
cosas de nuestros cinco años de matrimonio con las que me gustaría quedarme y otra
con las que te puedes quedar tú. Para cualquier duda o comentario, ya sabes que
puedes llamarme al teléfono de la oficina (de ocho a cuatro) o al móvil (hasta las
once) y estaré encantado de repasar la lista contigo.


Cosas a conservar:



- La carne de gallina que salpicó mis antebrazos cuando te vi por primera vez en la
oficina.


- El leve rastro de perfume que quedó flotando en el ascensor una mañana, cuando te
bajaste en la segunda planta, y yo aún no me atrevía a dirigirte la palabra.



- El movimiento de cabeza con el que aceptaste mi invitación a cenar.



- La mancha de rimel que dejaste en mi almohada la noche que por fin dormimos juntos.




- La promesa de que yo sería el único que besaría la constelación de pecas de tu
pecho.



- El mordisco que dejé en tu hombro y tuviste que disimular con maquillaje porque tu
vestido de novia tenía un escote de palabra de honor.



- Las gotas de lluvia que se enredaron en tu pelo durante nuestra luna de miel en
Londres.



- Todas las horas que pasamos mirándonos, besándonos, hablando y tocándonos.
(También las horas que pasé simplemente soñando o pensando en ti).




Cosas que puedes conservar tú:


- Los silencios.



- Aquellos besos tibios y emponzoñados, cuyo ingrediente principal era la rutina.


- El sabor acre de los insultos y reproches.



- La sensación de angustia al estirar la mano por la noche para descubrir que tu

lado de la cama estaba vacío.



- Las nauseas que trepaban por mi garganta cada vez que notaba un olor extraño en tu
ropa.



- El cosquilleo de mi sangre pudriéndose cada vez que te encerrabas en el baño a
hablar por teléfono con él.



- Las lágrimas que me tragué cuando descubrí aquel arañazo ajeno en tu ingle.


- Jorge y Cecilia. Los nombres que nos gustaban para los hijos que nunca llegamos a
tener.



Con respecto al resto de objetos que hemos adquirido y compartido durante nuestro
matrimonio (el coche, la casa, etc) solo comunicarte que puedes quedártelos todos.
Al fin y al cabo solo son eso: objetos.



Por último, recordarte el n º de teléfono de mi abogado (914070485) para que tu
letrado pueda contactar con él y ambos se ocupen de presentar el escrito de divorcio
para ratificar nuestro convencimiento.



Afectuosamente,



Roberto.








Nota: Ganadora del III Concurso Antonio Villalba de Cartas de Amor.



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